I
En mis cabellos,
En mis cabellos,
tengo tu nariz muerta
¡Quieto perfume!
Mi camisón prepara
un espasmo ruidoso.
II
Perderé piel
en tu grata presencia.
Pasión inmunda,
quemará mis palabras.
Me coseré los labios.
III
Él vino aquí,
su mirada consume;
igual tus ojos.
Confundí las figuras
y le dejé tocarme.
IV
Me sumergí
IV
Me sumergí
en océano puro.
Dormí la sed:
BESTIA que me regalas
como helado gentil.
V
¿Y por qué insistes
en llegar a mi cama,
Coco miedoso?
Si te escondes abajo
y no entre mis cobijas.
VI
Me desvestí,
por ti, en la misma ducha.
Ven con un ave,
con tus alas a exfoliar
mi cuerpo de impureza.
VII
¿No logras ver?
VII
¿No logras ver?
Aquellos son amantes.
Siempre se esperan,
después de la faena,
en la estación de trenes.
VIII
Siempre preparas
camisa de algodón
porque me verás.
Eso me invita a jugar
con tenues sentimientos.
IX
Mi pie se sale,
del zapato marrón
tomando el libro;
porque entre suaves letras
quedo pobre y pequeña.
X
Ya mi gata huele
X
Ya mi gata huele
la presencia de sándalo.
Huele las manos
que desean tocar.
No son más que las tuyas.
XI
Confundo ahora:
aquel ruido de carros
y esa ruin voz
¿Qué será de mi oído?
¿Los sonidos cambiaron?
XII
No queda más
que enterrarte muy lejos,
donde no duelas.
Desvanécete ahora
Entre la noche y el día.
Astrid Jaime
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