miércoles, 13 de abril de 2011

Abanicos




I
En mis cabellos,
 tengo tu nariz muerta
 ¡Quieto perfume! 
Mi camisón prepara 
un espasmo ruidoso.

II
Perderé piel 
en tu grata presencia. 
Pasión inmunda,
 quemará mis palabras. 
Me coseré los labios.

III
Él vino aquí,
 su mirada consume;
 igual tus ojos. 
Confundí las figuras 
y le dejé tocarme.

IV
Me sumergí 
en océano puro. 
Dormí la sed: 
BESTIA que me regalas 
como helado gentil.

V
¿Y por qué insistes
 en llegar a mi cama, 
Coco miedoso? 
Si te escondes abajo
 y no entre mis cobijas.

VI
Me desvestí,
 por ti, en la misma ducha.
 Ven con un ave, 
con tus alas a exfoliar
 mi cuerpo de impureza.

VII
¿No logras ver?
 Aquellos son amantes. 
Siempre se esperan, 
después de la faena, 
en la estación de trenes.

VIII
Siempre preparas 
camisa de algodón 
porque me verás.
 Eso me invita a jugar
 con tenues sentimientos.

IX
Mi pie se sale, 
del zapato marrón
 tomando el libro; 
porque entre suaves letras 
quedo pobre y pequeña.

X
Ya mi gata huele
 la presencia de sándalo. 
Huele las manos 
que desean tocar.
 No son más que las tuyas.

XI
Confundo ahora: 
aquel ruido de carros 
y esa ruin voz
 ¿Qué será de mi oído? 
¿Los sonidos cambiaron?

XII
No queda más 
que enterrarte muy lejos, 
donde no duelas.
 Desvanécete ahora 
Entre la noche y el día.

Astrid Jaime

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